"Oh Dios que con inefable providencia te dignas enviar a tus Santos Angeles para nuestra Guarda,
accede a nuestros ruegos y haz que seamos siempre defendidos por su protección. Señor, que nos confías a tus Angeles para que nos guarden en todos nuestros caminos, concede propicio que, por intercesión de tu glorioso Arcángel San Uriel, nos veamos libres de los peligros presentes y asegurados contra toda adversidad. Glorioso Arcángel San Uriel, flama divina, poderoso en fortaleza, imploro tu continua custodia para alcanzar la victoria sobre todo mal espiritual o temporal. Protector mío, concédeme la gracia que te solicito (se pide la gracia deseada) si es conveniente para el bien de mi alma, acompáñame y guía todos mis pasos hasta alcanzar la vida eterna. Amén." La siguiente oración está extraída del material exclusivo de los cursos de ciencias sagradas que dicta Sergio Etcheverry en el Centro de Estudios Arcángel Rafael. Alabado sea el Señor Dios de los Ejércitos. Tu que honraste al Arcángel Uriel con un lugar especialísimo en el Cielo por la fuerza de su coraje para combatir el mal, hoy te pido por su bendita intercesión que me asistas y me protejas de todos mis enemigos ocultos, especialmente de mi propia dualidad y de las malas influencias de mi heredad. Bendito Arcángel Uriel, tu que conoces los secretos de la luz, pues claras simples y reales han sido las muestras de tu presencia, guiando al hombre en el camino, que por orden divina Dios ha escrito: ue la flama de tu corazón, guíe mis pasos, ilumine las tinieblas que me rodean; que tu velocidad se manifieste como un rayo, permitiéndome escapar de las acechanzas de los tentadores, de la confusión encarnada en mi interior y en mis enemigos. Que la Santa luz, me aleje de las influencias de Satán, y de todos los que han sido corrompidos por él. Que tu fuerza iluminadora, me sane en el nombre del inigualable Santo. Dios, nuestro Señor. Protege mi corazón, mi cuerpo, y mi espíritu; y haz que la maravilla que nos prometió Jesús, encarne en nosotros por siempre y para siempre. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo ¡Amén!
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