Antes de seguir es hora de decir esta oración, que es una parte de una mucho más grande de un encuentro de diciembre del 2012:
"Puerta del Señor, Nombre inmaculado, encarna en mi verbo y abre mi corazón a los oídos de la verdad, que nunca perece. Yo reposo en ti, como reposa la lluvia cargada de fuego en la santa tierra. Yo reposo en ti pese a todos mis pecados, en cada palabra de esperanza. Amén.
Ahora le invito a colocar una frase a cada lugar especial
1-
2-
3-
En mi caso:
París: monumento vivo de la obra alquímica
Payunia: fuego de Dios en estado puro
Santa María de los Buenos Aires: crisol de buscadores
y a rezar esta parte de la oración del punto sagrado del mismo encuentro:
"Cuando nací, un punto se abrió en el cielo y de ese punto caí, y me encarné en esta bendita tierra. Porque he venido a redimir mi alma y mi espíritu, purificando mi tierra, porque he venido a Ser aquello que no sé pero presiento, una obra larga y duradera que me encuentre del lado de los justos; y espero que la Santísima María, Reina del Conocimiento, me enseñe cada uno de los pasos partiendo de un punto, punto sagrado, punto vital, punto Uno. Amén."
Medite sobre estos tres lugares.
Busque signos sagrados.
Comience a atar los cabos de las experiencias vividas.
Preste mucha atención a sus próximos tres sueños.
Honre a sus aliados espirituales en el Cielo y en la Tierra.
Dele gracias a su ángel.
Y si elige la Espagiria como vía de conocimiento no olvide estas palabras de Cattiaux: "El Sabio dispone la simiente y Dios la abre por medio del agua y del fuego."… El triángulo descendente y el triángulo ascendente… ¿Lo recuerda?
Tres puntos
Tres lugares especiales
Tres principios
Sólo resta activar tu búsqueda en 3 pasos:
1) La conciencia es un río cargado de fuego. Ponerse al abrigo de Dios y alabarlo. El es el único hacedor del Fuego.
2) Caminar a ese río sagrado cada día y golpear su puerta hace al buscador perseverante. Cattiaux dice: "el conocimiento no experimentado es nulo."
3) La perseverancia es hermana de la santa Fe. Creer para ver.
Bendito fuego ilumine tus días
Sergio Etcheverry